Mi intuición fue trabajar con la repetición como dinámica que encierra el pensamiento humano en un laberinto sin fin. Nos vemos atrapados en un ciclo eterno, donde cada acción se convierte en un eco del pasado, una sombra proyectada hacia el futuro. Al mismo tiempo, la repetición se erige como la única manera de desafiar al destino, de jugar con el tiempo y sus caprichos. Retrocedemos una y otra vez desafiando a la lógica el tiempo. Y en este juego macabro, nos queda también el silencio, congelar al tiempo, desvanecernos en una pausa eterna y usar la lentitud para que el destino no nos encuentre. edit.
María es una mujer que está siendo juzgada y somos testigos de su resistencia a someterse a un poder mayor.
María retrata a una mujer que por negarse a condenar su propio deseo y no aceptar el simulacro, está sentenciada a repetir y recomenzar un círculo vicioso.
María se presenta como un pensamiento que viene repetidamente a nuestra mente sin corresponder a un hecho de la realidad inmediata. Su imagen se proyecta en un comportamiento que nos aproxima a sus pensamientos, un trayecto mental.
María es un relato sobre la condición del ser humano en la sociedad actual y la relación con su propio deseo/cuerpo. Deseo/cuerpo, este, que es manipulado, juzgado y enmascarado por el poder disciplinar de nuestras sociedades. Antes de saber lo que anhelamos, somos adiestrados en lo que debemos desear. Al mismo tiempo que, vivimos en mundo con una doble moral, donde condenamos nuestro propio cuerpo/deseo y lo satisfacemos con artículos de consumo y en la urgencia de una felicidad. Cuerpo/deseo que termina por ser vaciado, gastado y perdido.